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Reunión miércoles 18-05-2011 - El aporte de Laura

Hoy se sumó al Taller Julia... y Laura Martínez encontró el texto que compartimos a continuación:

Crónicas de una estudiante apasionada
Lunes, 8 de octubre de 2007
Hoy empecé las anheladas pasantias en el Moyano. Bajé del 100 y caminé atemporalmente en la estrecha calle que decora el Borda del lado derecho, el Moyano del lado izquierdo. Un paisaje, devastador, triste y que me generó un poco de palpitaciones. Estaba ansiosa, de curiosidad. Tenía sed de conocimientos. Y también, miedo…claro que sí, el miedo es lo primero que la locura produce y a pesar de mi pasión por ella, soy humana y estoy empezando a conocerla, en serio, de cerca, mano a mano. Lo desconocido, siempre asusta. Y así arranqué mi pasaje por el Moyano. Parecía tan lejano e ilusorio, que me produjo piel de gallina encontrarme parada en la puerta de aquel gigantesco Hospital neuropsiquiátrico. Uno se siente grano de arena u hormiga ante la enormidad imponente de aquel bloque de cemento que contiene tantas Almas en pena, tantas mujeres que -pareciera- no forman parte del sistema. Por más que pongan paredes, muros o los apilen en depósitos, ellos seguirán existiendo. Una mañana, cinco horas, que me parecieron infinitas, sobrecargada de conocimiento, de información, de dolor y de alegría. Un cóctel casi inexplicable, que las palabras no llegan a abarcar. Por un lado, me quedé con una sensación fresca y primaveral, por decirlo de alguna manera. Pensé que me iba a encontrar con un hospicio viejo, oxidado y gris como el Borda, pero por suerte no fue "tan" así. El lugar es "hermoso" (qué paradoja). No todo, pero sí la mayor parte. Los pabellones están pintados uno de cada color. Violeta, para "Terapia a Largo Plazo", amarillo "Corto Plazo", blanco "Pabellón de emergencias y admisión". Todos equipados con camas nuevas, calefacción, etc. (Obra de Telerman, algo bueno hizo este pelado). Después, los pabellones crónicos. Ahí es donde la sangre comienza a helarse. Edificios antiguos, gigantes e interminables que le producen escalofrío a cualquier mortal. Altas paredes, impenetrables. El servicio de crónicos. Las pacientes más deterioradas, que hace 20, 30 y tal vez 40 años o más que están allí. Y ése es su hogar, su lugar, su guarida. No hay otro lugar en este mundo donde ellas puedan ir. No quieren siquiera pisar la calle, el afuera, el otro lado del muro. Ésa es su casa, repiten, no pueden irse porque no existe otra cosa. El mundo de afuera es irreal, es inhabitable. Hay 18 pabellones de pacientes crónicos. Las condiciones son bastante precarias. Y ellas, te miran, algunas lloran, otras simplemente "no están" y algunas gritan su dolor sin vergüenza. Actualmente, en total hay cerca de 1.000 pacientes todas mujeres. Llegó a haber 3.400 y la idea es llegar a 500. (¿Utopía?). Algunas duermen la siesta en el pasto, al sol. Otras gritan "Son todas unas locas, y usted es un psiquiatra hijo de puta, que se muera" y no deja de repetir que todas están locas, lo cual después de cinco minutos comienza a causarle risa a cualquiera (No sé bien si por compasión o por nervios).
Cuando nosotros, un grupo de más de 20 estudiantes, pasamos cual personas observando "animales en un zoológico" nos dice una interna: "Ustedes estudiantes de psicología, muy bien que los mataron, muy bien, hay que matarlos a todos, hijos de puta". Bueno… la señora tendría sus motivos para dirigirse de esta manera hacia los demás. Los gatos nos siguen. Está repleto, por todos lados hay gatos. Y son hermosos. En una pared, escrito con tiza decía: "perdono al gato que se comió la paloma". Me causó mucha ternura y esbocé una sonrisa. La inocencia y la lucidez de perdonar a uno de aquellos gatos que por hambre se ve que cazó una paloma y una interna quiso dejar una marca de aquel acontecimiento. Con cosas de este estilo, uno se topa todo el tiempo. El Arte, es sobre todo un estado del Alma, ya lo creo. Y sobre todo es una terapia magnífica que genera unos resultados realmente sorprendentes. En el servicio de rehabilitación, las pacientes bordan y cosen manteles y toallas para los hoteles, obteniendo así un dinero a cambio, además de lo que significa realizar una tarea y otras cuestiones que hacen a la parte terapéutica, obviamente. El parque es gigante, infinito, nunca se ve dónde termina. Está lleno de árboles, repleto. El pasto es verde y da esperanza. No sé bien de qué, pero el paisaje genera eso. No imagino lo triste que será en invierno y con lluvia. Pero hoy es primavera y ellas disfrutaban del sol, del mate y de mirarnos a nosotros fijamente, como acusándonos de algo. A lo mejor, quién sabe, los animales en exhibición éramos nosotros. La realidad de cada uno. Las realidades, la mente infinita y compleja. (...) Una mujer, que había entrado por una crisis de melancolía aguda y finalmente terminó pasando varios años allí, hasta la actualidad. Tengo entendido que está por cumplir 70 años. Está dada de alta. Es una mujer súper lúcida, sensible y tiene un talento artístico que sorprende a toda persona que la conoce. Pero ella, no quiere irse. Ese pabellón lila, que de afuera parece de cuento, es su hogar. El Moyano es su casa, el parque, su jardín, los gatos, seguramente sus mascotas. Allí tiene amigas, tiene costumbres, tiene una vida que no quiere tener afuera. Además no tiene a nadie, como la gran mayoría de las pacientes. Y entonces… escribe. Se dedica a eso. Además de ser escritora, es profesora de piano y también pinta. Julia dice "llegue al Moyano quebrada de dolor, hoy es mi refugio". Sin palabras…Hoy le compré el libro que le editaron hace un tiempo "Crónica de una histérica". Increíblemente hermoso, plasmado de dolor, de ausencias. Una Alfonsina Storni, una Alejandra Pizarnik. (...) esta realidad de los neuropsiquiatricos, superan cualquier caso de Freud o cualquier explicación seudodelirante de Lacán, créanme.Es más cruel, dura y compleja, que cualquier texto.Parece inabordable y hermética. Pero no lo es… los que transitamos en esta carrera, sabemos que no lo es. La locura. Lo cura, pensé hoy. Qué paradoja interesante, que justamente la locura, sea lo cura.
La soledad es un estado del espíritu, es individual. Se intensifica más cuando quienes nos rodean no participan de nuestros intereses artísticos, intelectuales y afectivos; entonces es pavorosa y desaliña cualquier conducta coherente.

Julia Pantotis, interna del Hospital Braulio Moyano. Autora de "Crónica de una neurótica" Editorial Salerno.
Texto completo:
http://cronicasexternadas.blogspot.com/search?q=julia+pantotis

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